Tras cercarlo durante cinco días, el ejército israelí ha entrado la madrugada de este miércoles con tanques y soldados en el mayor hospital de Gaza, Al Shifa, que alberga a más de 2.000 personas, entre pacientes, personal médico y, sobre todo, civiles que buscan cobijo de los bombardeos. Los blindados permanecen apostados frente a algunos edificios, mientras decenas de militares efectúan interrogatorios y registran salas y sótanos de una parte del hospital. Los soldados, algunos de ellos encapuchados y lanzando disparos al aire, buscan milicianos en las estancias, cachean a mujeres y niños y obligan al resto a pasar por un sistema de reconocimiento facial, informa la Agencia France Presse. También piden a todos los varones de más de 16 años que salgan al patio con las manos al aire para rendirse.
Las Fuerzas Armadas israelíes hablan de una “operación precisa y localizada”, limitada a “una zona específica” del centro médico, basándose en “información de inteligencia” y “necesidades operativas”. Un alto mando militar israelí no ha querido especificar en qué parte del recinto están operando e interrogando a palestinos, con el argumento de que puede poner en peligro a sus tropas y a los civiles allí presentes.
La incursión parece regirse, de momento, por los límites sugeridos pocas horas antes por Estados Unidos: luz verde (al señalar que posee información de inteligencia propia de que el centro de mando de Hamás está bajo Al Shifa), pero sin bombardeos aéreos ni causar incendios. En un comunicado, el grupo armado islamista responsabiliza “completamente” del “crimen” tanto a Israel como al presidente de Estados Unidos, Joe Biden.
Cientos de jóvenes han salido ya de distintos edificios del hospital (que tiene varias alas), siguiendo el llamamiento, trasladado en lengua árabe a través de altavoces. Las tropas israelíes tomaron primero los departamentos de urgencias y cirugía, y han abierto boquetes en muros, llenando estancias de polvo, según se puede ver en las imágenes de televisión difundidas desde el interior.
El director general de hospitales de Gaza, Mohamed Zaqout, asegura que se escuchan gritos de miedo de los pacientes. “Uno de los tanques grandes entró en el hospital desde la puerta principal del este y estaban aparcados frente al departamento de emergencias del hospital”, indicó un cirujano del centro, Ahmed El Mokhallalati, a la agencia Reuters. “Usaron todo tipo de armas en torno al hospital. Dispararon directamente contra el hospital. Tratamos de estar cerca de las ventanas”, abundó. No se han registrado batallas dentro del hospital, según coinciden los responsables del centro y el alto mando militar israelí.
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Por su parte, el coordinador de ayuda de emergencia de Naciones Unidas, Martin Griffiths, ha señalado en la red social X, antes Twitter: “Los hospitales no son campos de batalla”. Griffiths ha recordado que “la protección de los recién nacidos, pacientes, personal médico y civiles debe primar sobre el resto de las preocupaciones”.
La Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA, en sus siglas en inglés) calcula que en Al Shifa quedan al menos 600 pacientes, entre 200 y 500 trabajadores y 1.500 desplazados. Los responsables del hospital aseguraron el martes haberse visto obligados a excavar una fosa común para dar sepultura a al menos 120 cadáveres.
Israel sitúa bajo el centro médico el epicentro de la red de túneles que utilizan los milicianos palestinos. Peter Lerner, un portavoz de su ejército, ha justificado la operación tanto en la búsqueda del centro de mando de Hamás como en que “a lo mejor” permite el rescate de parte de los alrededor de 240 rehenes capturados en el ataque del 7 de octubre. Los tienen en sus manos Hamás (principalmente), la Yihad Islámica y otros grupúsculos armados o personas sin afiliación clara.
Las únicas imágenes de la redada que ha difundido el ejército israelí son unos paquetes con las palabras “suministros médicos” y “comida para bebé”. También asegura haber entregado incubadoras. No faltaban en el centro, sino la electricidad para alimentarlas.
Sin apenas comida, agua ni electricidad, Al Shifa llevaba ya días sin funcionar como tal, rodeado por las tropas que ingresaron la pasada semana en la capital de la Franja y poco después se apostaron ante el hospital. No hay electricidad allí desde hace días. Depende de generadores que se alimentan de combustible, cuyo suministro impide Israel desde el 7 de octubre, cuando inició su ofensiva a raíz del ataque diseñado por Hamás que mató a 1.200 israelíes, principalmente civiles.
El ejército señala además que, en la calle, de camino al hospital, mató en tiroteos a cinco milicianos, sin que sus tropas resultasen heridas. El martes, difundió una simbólica foto ondeando la bandera israelí dentro del Parlamento de Gaza y tomó el campo de refugiados de Shati, con unos 50.000 habitantes y también en la capital.
Por las dificultades para acceder a los cadáveres, el Ministerio de Sanidad del Gobierno de Hamás ha dejado de actualizar la cifra de muertos palestinos. Supera los 11.000, más de la mitad menores y mujeres. Son más que todos los registrados en lo que iba de siglo hasta el 6 de octubre, incluida la Segunda Intifada y las sucesivas ofensivas en Gaza desde 2008, de menor alcance.
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