Las tensiones en Oriente Próximo se agravan. Estados Unidos ha lanzado ataques aéreos contra instalaciones utilizadas por grupos proiraníes en el este de Siria, según ha anunciado el secretario de Defensa, Lloyd Austin. La medida se ha tomado como respuesta a una veintena de golpes que esos grupos han asestado con drones y cohetes contra bases militares estadounidenses en Siria e Irak en los últimos 10 días.
“El presidente estadounidense [Joe Biden] ordenó la acción de hoy para dejar claro que Estados Unidos no tolerará este tipo de ataques y que se defenderá a sí mismo, a su personal y sus intereses”, ha indicado Austin en un duro comunicado distribuido a última hora del jueves.
Altos cargos del Pentágono han precisado que las instalaciones atacadas eran almacenes de armamento y municiones en las cercanías de la ciudad siria de Abu Kamal, en la frontera con Irak. Los ataques con proyectiles de precisión lanzados desde cazas F-16 se produjeron en torno a las 4.30 de este viernes en Siria (3.30, hora peninsular española).
Estos ataques aéreos buscan enviar un mensaje contundente a Irán para que detenga las actividades antiestadounidenses de los grupos a los que patrocina, pero lo suficientemente limitado como para no desencadenar una escalada de la violencia en Oriente Próximo en momentos en los que las tensiones se encuentran al rojo vivo por la guerra entre Israel y Hamás. “Estados Unidos no busca el conflicto y no tiene intención ni ganas de implicarse en más hostilidades, pero estos ataques respaldados por Irán son inaceptables y deben terminar”, ha agregado Austin.
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Los ataques contra las posiciones estadounidenses, más de 14 registrados en Irak y 4 en Siria, causaron la muerte de un contratista estadounidense en Irak como resultado de un infarto, y dejaron heridos a 21 militares, todos ellos leves. Además, un buque de guerra estadounidense, el Carney, interceptó un lanzamiento de cohetes y drones en el mar Rojo, disparados por milicias hutíes en Yemen aliadas con Irán. El Departamento de Defensa había subrayado en ese caso que el navío no era el objetivo de los proyectiles, lanzados en dirección norte, posiblemente hacia Israel.
Estados Unidos considera que estos ataques han sido perpetrados por los Guardias Revolucionarios Islámicos (IRGC, por sus siglas en inglés) y grupos afines proiraníes de manera coordinada. El Pentágono calcula que Irán se encuentra detrás de esta campaña, comenzada después de que Hamás causara más de 1.400 muertos en Israel el día 7 y Washington prometiera facilitar a ese país cuanto necesite para derrotar a la milicia radical palestina. El propio Biden había lanzado una dura advertencia el miércoles a Irán, al asegurar que su país respondería con contundencia a cualquier ataque.
En una intervención el jueves en la Asamblea General de Naciones Unidas, el ministro de Exteriores iraní, Hossein Amirabdollahian, había advertido de que si no se detiene la ofensiva israelí en la Franja, Estados Unidos “no se librará de este fuego”. Washington mantiene un contingente de 900 soldados en Siria y de 2.500 en Irak, ambos con la misión de asesorar a las fuerzas locales contra un posible resurgimiento del Estado Islámico.
“Irán quiere esconder la mano”
“Irán quiere esconder la mano y negar su papel en esos ataques contra nuestras fuerzas. No les dejaremos”, promete el jefe del Pentágono. “Si los ataques de los aliados de Irán continúan contra las fuerzas estadounidenses, no dudaremos en tomar medidas adicionales para proteger a los nuestros”.
Austin asegura que los ataques aéreos “en defensa propia” tuvieron unos objetivos muy concretos y se lanzaron únicamente para “proteger y defender al personal estadounidense en Irak y Siria”. Esas acciones “están completamente separadas del conflicto actual entre Israel y Hamás, y no constituyen un cambio en nuestra posición en ese conflicto”, subraya el secretario de Defensa.
Estados Unidos, insiste, insta a todos los países y a entidades no estatales —las milicias— a no “dar ningún paso que pudiera desencadenar una escalada a un conflicto mayor” en Oriente Próximo.
Washington teme que sus fuerzas puedan seguir siendo objeto de ataques en la región, cada vez más frecuentes y más graves, a medida que se prolonga el conflicto entre Israel y Hamás y aumenta el número de víctimas civiles en los bombardeos israelíes contra la franja de Gaza. Para impedir ese tipo de golpes, ha anunciado el despliegue de un moderno sistema de defensa antiaérea THAAD (Sistema de Defensa Termal a Gran Altitud) y una cantidad no precisada de sistemas Patriot. Estos equipos quedarán emplazados en Oriente Próximo, en lugares que el portavoz del Pentágono, el general Pat Ryder, no ha querido precisar, aunque asegura que “no será en Israel”.
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