Un día después de su cumpleaños 57, las autoridades carcelarias del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo mostraron al obispo Rolando Álvarez a través de 34 fotografías y un video. El material fue difundido la noche del 28 de noviembre y respondió a la demanda de organismos nacionales e internacionales de dar una prueba de vida del líder religioso, condenado a 26 años de prisión por los delitos políticos de “traición a la patria”, menoscabo a la integridad nacional y “propagar noticias falsas”.
La última vez que el régimen exhibió al obispo de la diócesis de Matagalpa –la mayor autoridad de la Iglesia católica de Nicaragua bajo arresto– fue el 25 de marzo de 2023. En ese lapso, denunciaron organismos de derechos humanos, al prelado se le ha mantenido en una celda bajo total aislamiento en el penal La Modelo, ubicado en Ticuantepe, un municipio aledaño a la capital Managua.
Ante los repetidos reclamos por el aislamiento del obispo, el Ministerio de Gobernación difundió las fotos y el video en una nota de prensa de 20 páginas resaltando que monseñor Álvarez está “recibiendo un trato preferencial”. Las imágenes muestras seis presuntas visitas familiares en prisión y una de atención médica. En todas ellas, Álvarez está más más flaco y pálido.
“Como se puede ver en el video y las fotografías, las condiciones de reclusión son preferenciales y se cumple estrictamente con el régimen de consultas médicas, visitas familiares y recibimiento de paquetes, contrario a lo que campañas calumniosas pretenden hacer creer”, publicó la Gobernación en un comunicado.
La propaganda muestra a Álvarez en un salón decorado con un televisor, sofás y una mesa sobre la cual hay alimentos. Sin embargo, presos políticos liberados y consultados por EL PAÍS coincidieron que el espacio que el régimen presume como celda del obispo es en realidad una sala de visitas para presos extranjeros o visitas especiales en La Modelo.
“Es una puesta en escena, un montaje”, explica uno de los presos políticos desterrados en febrero de 2023 y quien por seguridad de su familia en Nicaragua solicita anonimato. “Esa sala la ocupan para las visitas de los presos extranjeros que están recluidos en la Galería 300. Allí llegan funcionarios de embajadas a visitar a los detenidos de sus países y a familiares de algunos presos privilegiados. Pero quien ha estado preso sabe, al ver esas imágenes, que en esa supuesta celda nadie vive, porque todo está en perfecto estado, limpiecito. No hay rastros de que alguien lo habite a diario. Es como esos montajes que hacen en Corea del Norte: todo es prefabricado para librarse de presión”, afirma.
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El obispo Álvarez, según las denuncias de organismos de derechos humanos, está confinado a una celda de máxima seguridad en la cárcel La Modelo desde febrero de febrero de 2022. Sin embargo, es tal la cerrazón del régimen que no permite que organismos internacionales puedan ingresar a corroborar la situación real del religioso.
Luciano García, opositor desterrado en Costa Rica, dice que él conoció esa sala donde Álvarez fue presentado. En su momento, asegura, fue construida como una celda para albergar a funcionarios del Gobierno de Arnoldo Alemán condenados por corrupción, como fue Byron Jeréz, exdirector General de Ingresos. “Esa sala ni siquiera está pegada a las galerías de la Modelo, sino que está separada de ese complejo y ya no se usa como celda, sino para otros fines”, sostiene.
Monseñor Álvarez, obispo de Matagalpa y administrador apostólico de la Diócesis de Estelí, fue perseguido desde antes de su arresto. El 10 de febrero de 2023, tras mantenerlo bajo arresto en su casa por más tres meses, el régimen de Ortega y Murillo lo condenó en un juicio fabricado de manera exprés, después que el religioso se negase a abordar el avión en el que fueron desterrados 222 presos políticos.
De acuerdo a una encuesta de la firma CID Gallup contratada por el medio Confidencial, el 72% de los nicaragüenses están “en desacuerdo” con la condena porque Álvarez “es inocente”; el 59% rechaza el destierro de doce sacerdotes hacia Roma en octubre pasado.
Basándose en la afiliación política, revela el sondeo de Confidencial, un 42,1% de los que se identificaron como “sandinistas” dijeron estar en “desacuerdo” con la condena, mientras un 30,4% lo cree “culpable” y el restante 27,5% “no sabe o no responde”, según el estudio elaborado entre el 17 de octubre y el 15 de noviembre de 2023.
Cruzada contra la Iglesia
Otros líderes religiosos también rechazan de manera tajante la condena de monseñor Álvarez. “Que no crea la dictadura con su cínico lenguaje y con fotos y videos de dudosa autenticidad van a justificar su crimen y nos van a callar”, escribió el obispo auxiliar de Managua, monseñor Silvio Baéz, desterrado en Miami y desnacionalizado como Álvarez.
Mientras que el sacerdote jesuita y portavoz de la Compañía de Jesús para Nicaragua, José María Tojeira, calificó de “hipócritas” a Ortega y Murillo. “El dúo perseguidor de la Iglesia en Nicaragua muestra fotos de monseñor Rolando con trato preferente en la cárcel. Hipócritas, le condenan injustamente a 26 años y echan discursos de que le tratan bien (…) La miseria de los dictadores es siempre presentar lo inicuo como un bien”, enfatizó.
A pesar de las críticas, la administración sandinista mantiene su cruzada contra la Iglesia Católica. El 29 de noviembre le negaron el retorno a Nicaragua al sacerdote Jairo Antonio Mercado Pavón, quien volvía al país después de un viaje pastoral por Estados Unidos. Hasta octubre pasado, se contabilizaban 84 curas exiliados y desterrados.
La Policía también prohibió en la ciudad colonial de Granada la procesión de la virgen de la Inmaculada Concepción, conocida popularmente como La Conchita, cuya tradición data de hace 300 años. La imagen no podrá salir de la catedral. Al mismo tiempo, en la otra ciudad colonial de Nicaragua, León, los feligreses están en ascuas ya que no saben si podrán realizar con tranquilidad el novenario de la Purísima Concepción de María, patrona de Nicaragua, cuya fiesta es el 7 de diciembre en la popular tradición de la gritería.
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